Breve Historia del Sumo

Eduardo Paz y Darío Barreiro-Lage

9/6/20237 min read

Cuando uno piensa en lo que consiste el Sumo, piensa inmediatamente en dos cosas: Japón y gente con sobrepeso. Esta sobre-simplificación ha vivido como prejuicio en occidente durante décadas. Sin embargo, no es más que eso, un prejuicio que deja en evidencia nuestra ignorancia a una disciplina que ha convivido con la sociedad japonesa milenios, llegando a convertirse incluso en el deporte nacional japonés. Huelga decir que bajo el concepto de 'Sumo' conviven diversas interpretaciones. Existe un sumo rural, que para muchos sería la verdadera raíz del sumo, celebrado entre el campesinado para pedir o agradecer una buena cosecha, un sumo amateur, más centrado en el desarrollo del sumo como deporte de contacto y llamado así para distinguirlo del último tipo de sumo, el Ozumo (大相撲), o 'Sumo Profesional', aquel que únicamente tiene lugar en Japón y que muchos defenderían que más que un deporte se trata de un ritual sintoísta. Es este último tipo de sumo el más tradicional y el entendido como deporte nacional japonés.

La Asociación Española de Sumo tiene como objetivo la proliferación de la práctica del Sumo como arte marcial, en su vertiente más deportiva y bajo la normativa de la Federación Internacional de Sumo. Caería por lo tanto bajo la categoría de sumo amateur. Esto no solo significaría la participación en torneos de formato competitivo tanto nacional e internacional sino la introducción de diferentes normativas que lo diferencian del sumo profesional. Entre las más relevantes estaría la introducción de las categorías de peso y la incorporación de una categoría femenina, ambas cuestiones prohibidas en el Ozumo. Sin embargo, consideramos conveniente una pequeña introducción a la historia del Sumo profesional, ya que es en la misma donde se cimentaron las bases del sumo como deporte de contacto.

La regulación que este deporte en pleno siglo XXI no tiene nada que ver con lo que se hacía antiguamente. Los torneos no estaban establecidos tal y como hoy los conocemos (6 torneos anuales celebrados en los meses impares) y los luchadores han pasado por diferentes etapas a lo largo de la historia hasta llegar al profesionalismo actual en el que se desenvuelven. El Sumo es un importante testimonio de la identidad cultural de un pueblo y, como hemos comentado antes, ha llevado a debates de si realmente pertenece al deporte, al ritual o al espectáculo.

La historia oficial del sumo defiende que las menciones más antiguas del Sumo se encuentran en el Kojiki, un libro del año 712, el más viejo ejemplar existente del japonés escrito. Relata una leyenda acerca de como la posesión de las islas japonesas se consiguieron a través de un combate de sumo. Según el libro, hace miles de años el dios Takemikazuki fue enviado por la diosa Amaterasu para pacificar Japón. El dios de la tierra Okuninushi-no Mikoto aceptó que el país se cediese a los dioses del cielo con la condición de que sus hijos estuvieran de acuerdo con su decisión. Takeminakata fue el unico hijo de Okuninushi-no mikoto que no quiso ceder el país a los dioses del cielo, por lo que tuvo que enfrentarse a Takemikazuki. Vencido en la lucha, Takeminakata no tuvo otro remedio que aceptar que la tierra fuera gobernada por los dioses del cielo. Para ello descendió el dios Ninigino Mikoto que tras casarse con Ko-no-hana, hija del dios de la montaña, engendró a tres hijos. Uno de ellos, Hiko-hoko-demi, tuvo un hijo llamado Amasuhiko que fue el padre del que posteriormente sería conocido como Jinmu Tenno y que es considerado como el fundador de la familia imperial japonesa que aún hoy sigue en el trono del país nipón.

Como pocos o ningún documento escrito existe hasta el Japón del siglo VIII, es imposible saber, exceptuando por leyendas, exactamente cuando se originó el sumo en Japón. Sin embargo, pinturas en viejas murallas indican que sus orígenes, o de disciplinas muy similares, podrían muy antiguos. Algunos historiadores defienden que incluso en la época prehistórica, el Sumo parece haber sido realizado en rituales agrícolas para implorar buenas cosechas. Esto por supuesto es una interpretación muy interesada de la historia, ya que por mucho que se hayan documentado escenas similares a lo que podría ser entendido como Sumo, realmente no existe evidencia de que fuera siquiera considerado como tal.

Según esta interpretación histórica, el Sumo en aquellos primeros tiempos tendía a ser violento, sin técnicas prohibidas, una verdadera lucha hasta el final. El Nihonshoki (crónicas de Japón), de 720, tiene grabado que el primer combate entre humildes mortales tuvo lugar en el año 23 A.C. Se dice que el Emperador Suinin (29 A.C.-70 D.C.) hizo una especial petición a Nomi no Sukune, un alfarero de Izumo, para que luchara contra Taima no Kehaya, un matón de la actual Nara. Los dos lucharon durante unos instantes hasta que Sukune finalmente lanzó varios devastadores golpes sobre el estómago y el plexo solar de Kehaya, que quedó mortalmente herido. Desde entonces Sukune ha sido inmortalizado como “El padre del sumo”. Sin embargo, en ningún momento de este relato el combate se define como uno de 'sumo'. Sin embargo, es cierto que el primer registro escrito de la palabra sumo se encuentra en este libro, ¡pero no en este relato! Sino en uno muy diferente ¿Por qué no usar este segundo entonces? El motivo detrás de esto es meramente político, ya que desde la Asociación de Sumo Japonesa siempre se ha apoyado una visión histórica del sumo muy religiosa y por lo tanto muy masculina. El primer registro histórico de un combate de sumo definido como tal, describe el combate entre dos mujeres. En el Volumen 14 del Nihonshoki, registra que durante el 13 avo año del emperador Yuryaku (año 469), el emperador puso a prueba a un maestro leñador, de nombre Inabeno-Mane, el cual decía que poseía tal destreza, que podía cortar leña todo el día sobre un lecho de piedra y nunca dañar el filo del hacha. La prueba del Emperador consistió en organizar un combate de sumo entre dos mujeres mientras el leñador realizaba su tarea. Inabeno, distraído, acabó por dañar el filo del hacha librándose a duras penas de la muerte por mentir al soberano.

El primer combate históricamente autentificado tuvo lugar en 642, cuando la Emperatriz Kogyoku (r. 642-645) hizo que sus guardias de palacio practicaran sumo para entretener a los enviados de la Corte de Paekche de Corea. Notas posteriores mencionan como el sumo era practicado en las funciones de la Corte imperial, incluyendo las ceremonias de coronación. La costumbre del “tenran-zumo” (sumo en presencia imperial) se mantiene aún en el presente, aunque de forma diferente.

Durante el reinado del Emperador Shomu (r. 724-749), muchos luchadores (conocidos como sumotori o rikishi) fueron reclutados de todas partes del país para practicarlo en el jardín del Palacio Imperial en una festividad llamada “sechie” y que se celebra cada año en el 7º dia del 7º mes lunar (cada mes de agosto por el calendario actual). A la vez la gente culta se podía reunir también en el Palacio para mostrar sus habilidades escribiendo poesía. Con el establecimiento del “sechie-zumo”, el sumo se expandió desde un ritual agrario hasta una larga escala de ritos para rezar por la paz nacional y la prosperidad de la sociedad japonesa. Al final del siglo VIII, el Emperador Kanmu (r. 781-806) hizo del sechie-zumo un acontecimiento anual en su corte, y la costumbre continuó hasta el periodo Heian (794-1185).

En el reinado del Emperador Saga (r. 809-823) la práctica del sumo fue fomentada como un arte marcial, estableciéndose reglas y refinándose las técnicas. Después del establecimiento del primer shogunato en Kamakura desde 1185 hasta 1392, el sumo vino a ser practicado todo lo mas como un arte marcial por las clases guerreras. Minamoto no Yoritomo (1148-99), el más famoso shogun de la época, fue un entusiasta del sumo.

Oda Nobunaga (1534-82), gran señor feudal, era particularmente aficionado al sumo. En febrero de 1578, reunió a cerca de 1.500 sumotori de todo el país para un torneo en su castillo. Hasta entonces no había límites definitivos en la arena en donde el Sumo se practicaba; El espacio era delimitado simplemente por la gente que les rodeaba formando un círculo mirando el combate o esperando su propio turno para luchar. Aparentemente a causa de la gran cantidad de luchas que habían de celebrarse en el mismo día en el castillo de Nobunaga Azuchi, se pintaron unos límites circulares en el suelo para acelerar los procedimientos.

Desde el periodo de los estados guerreros hasta el periodo Edo (1603-1867), muchos daimyo empezaron a ofrecer su patrocinio a los más fuertes sumotori. Estos no sólo recibían un generoso estipendio sino que recibían el status de samurai. También llevaban puestos ceremoniosos delantales labrados con el nombre de su señor feudal. Como el patronato garantizaba una buena vida, muchos prometedores rikishi rivalizaban con otros en el dohyo para conseguir que un daimyo les echara el ojo. Las clasificaciones ponían el nombre del feudo al cual servían en vez de su lugar de nacimiento, como se hace hoy en día algunas veces tomando nota de la prefectura del registro familiar en vez del lugar de nacimiento. Durante el periodo Edo se inició el sistema de clasificaciones.

Tras el fin del periodo Edo y de la era Tokugawa, los luchadores comenzaron a construir sus propias viviendas con el apoyo de la gente de las ciudades. Se le empezó a llamar «kanjin-zumo», implicando que estaba siendo realizado para recolectar donaciones para la construcción o reparación de altares, templos, puentes y otras obras públicas. Pero parte del dinero, desde luego, también se usaba para pagar a los rikishi, muchos de los cuales a la vez eran ronin (samurais sin señor). A la hora de la verdad, el dinero recogido se usaba principalmente como salario para los sumotori. El desarrollo de este estilo ha dado lugar a la actual Asociación japonesa de Sumo (constituida en 1925), que ha preservado sus tradiciones hasta los tiempos modernos. Como ejemplos tenemos el tejado suspendido sobre el dohyo (con forma de un antiguo templo divino) y la vestimenta del árbitro, que simboliza al traje de caza de un guerrero japonés del pasado. En 1927, la Asociación de Sumo de Tokyo se unió a la de Osaka para formar la moderna Nihon Sumo Kyokai.

En los últimos tiempos se ha incrementado la internacionalización del Sumo profesional con luchadores de Hawai, Brasil, Argentina, Mongolia, Rusia y otros países de Europa del Este, lo que ha hecho que aumente su interés. De hecho, en 1993 Akebono, un luchador hawaiano (aunque ahora nacionalizado japonés), cuyo verdadero nombre es Chad Rowan, se convirtió en el primer Yokozuna (el grado más alto del Sumo) no japonés de la historia. Además, recientemente vivimos años de dominación mongola, siendo 5 de los últimos 6 yokozunas de origen mongol. Uno de ellos, Hakuho, es considerado como uno de los rikishis más grandes de todos los tiempos, convirtiéndose en la punta de lanza del sumo profesional.